Tu bebé
- En estas cuatro semanas tu hijo, de una simple célula, se transforma en un bultito de 5 milímetros. El óvulo, fecundado por un espermatozoide en las trompas de Falopio, se divide hasta formar un acúmulo de más de 100 células al cuarto día de la concepción. Continúa bajando por las trompas y dividiéndose, y a finales de la primera semana llega al útero, ya con una organización definida llamada mórula (pues tiene la forma y el aspecto de una mora).
- Al final de la primera semana se determina también el sexo del bebé pero, claro, todavía no puedes verlo. A partir de ahí, durante las tres semanas siguientes, la pequeña mórula continuará dividiéndose y diferenciándose: primero será un disco con tres capas de células; se formará una extremidad más redondeada que dará origen a la cabeza, y ¡ya comenzará a latir el corazón!. El disco se enroscará sobre sí mismo, transformándose en un pequeño renacuajo con cabeza y cola. Más tarde aparecen los brotes de los brazos, los primeros en definirse, y luego los de las piernas. Se pone en marcha la circulación sanguínea y se esbozan los distintos órganos internos: el estómago se dilata, y aparece el árbol respiratorio que dará origen a los pulmones.
Tu cuerpo
- Lo más probable es que te sientas igual que siempre. Puedes sufrir pequeñas molestias abdominales similares a las premenstruales, que parecen indicar que te va a bajar la regla, pero que realmente indican que el útero está creciendo.
- A partir de ahora tu cuerpo se irá modificando para acoger, formar y alimentar a ese pequeño ser. Estas son las primeras señales que te indican que algo está sucediendo dentro de ti:
- Tus senos aumentan de volumen a causa de las modificaciones hormonales (estrógenos y progesterona). Están mucho más pesados y firmes. La piel se oscurece, sobre todo en la areola, en la que aparecen unos pequeños nódulos blancos llamados tubérculos de Montgomery, que no son otra cosa que glándulas sudoríparas agrandadas.- El cambio de pigmentación también se manifiesta con la aparición de una línea oscura entre el pubis y el ombligo, que desaparecerá después del parto.- El útero aumenta de tamaño: ahora es como una naranja pequeña. El cuello se ablanda y la secreción se coagula, formando el tapón mucoso, que cerrará la entrada del útero para evitar infecciones procedentes del exterior.- Aparecen las temidas náuseas: en muchas mujeres desde el primer día, en otras, posteriormente. También varían en intensidad: algunas sólo experimentan un ligero mareo; otras tienen vómitos frecuentes.El motivo de su aparición no se conoce exactamente, pero lo más probable es que estén relacionadas con los súbitos cambios hormonales que experimenta tu cuerpo. Suelen desaparecer en la 12ª semana, aunque en algunas mujeres persisten hasta la 16ª. Se exacerban con la ingestión de determinados alimentos, por lo que debes controlar bien lo que comes.
Tu alimentación y estilo de vida
- Aumenta el consumo de agua, zumos, frutas y verduras para compensar los fluidos que pierdes con los vómitos.
- Para combatir las náuseas debes comer sólo lo que te apetezca, en comidas poco copiosas y frecuentes. Si te es posible, desayuna en la cama y permanece tumbada unos minutos después de terminar, para que el estómago se asiente. Ten a mano galletitas saladas o biscottes: la fécula ayuda a combatir el malestar. No tomes alimentos líquidos (especialmente leche) por las mañanas.
- Contra la acidez de estómago toma zumo de manzana o una infusión de manzanilla después de las comidas.
- No comas más de la cuenta, no lo necesitas. Lo normal es que durante los dos primeros meses engordes muy poco (incluso puedes adelgazar debido a los vómitos matutinos).
- Te sentirás permanentemente cansada y adormilada: son, como siempre, las hormonas revolucionadas. Descansa siempre que puedas.
- Evita los medicamentos; en los primeros meses son extremadamente peligrosos para tu hijo. Consulta a tu médico o farmacéutico antes de tomar nada.
fuente: http://www.nutriben.es/el_embarazo_mes_1.ph
0 comentarios:
Publicar un comentario